Muchas veces desconocemos la experiencia personal de aquellos a quienes recurrimos como fuentes de información, en la reconstrucción de los hechos importantes de nuestra historia. Sus vivencias, aciertos, errores, desafíos; esto es, la historia que se desarrolla detrás de quien nos narra la historia. Ejemplo de ello son las terribles experiencias en la vida del capitán Rodrigo de Argüelles y su familia, durante el repoblamiento y los primeros años de la Maracaibo hispana.
LA HISTORIA DE RODRIGO ARGÜELLES.
SUS EXPERIENCIAS EN LA MARACAIBO HISPANA.
Cuando ampliaba la información que tenía desarrollada sobre la Maracaibo hispana, encontré una síntesis biográfica de uno de sus principales protagonistas: Rodrigo Argüelles. En ella se relataban terribles acontecimientos que vivió junto con su familia, durante el difícil proceso de reconocimiento y descubrimiento de las nuevas tierras americanas.Si bien, incluirla en el post anterior me desviaba de la idea central del escrito, no pude olvidarme de aquel relato que me había llamado tanto la atención. Detrás de la historia que él nos permitía construir con sus aportes, había «otra historia»: la suya propia, y que, por cierto, no resultaba nada agradable. La curiosidad por lo ocurrido me llevó a investigar más y quise compartir con ustedes los resultados.
EL PAPEL DESEMPEÑADO POR ARGÜELLES DURANTE EL RECONOCIMEINTO DE LA CUENCA DEL LAGO DE MARACAIBO.
Argüelles era originario de Castilla de León. Al ingresar a las Américas, estuvo primero en la Florida, después en Santo Domingo y luego llegó a Venezuela en 1569, donde participó en la reedificación de Carora, viviendo allí por tres años. En 1574 acompañó a Pedro Maldonado en la repoblación de Maracaibo, ahora fundada bajo el nombre de Nueva Zamora.
Se casó con la hija de uno de los primeros pobladores de Mérida. Él mismo relató en su Probanza de Méritos y Servicios que gastó la dote de su esposa en dicha repoblación. Los historiadores narran que, incluso, valiéndose de sus propios medios, construyó dos bergantines con el fin de buscar alimentos y así garantizar la subsistencia de Nueva Zamora.
En esta ciudad recién poblada ocupó el cargo de Regidor y Alcalde Ordinario en varias ocasiones, no librándose de recibir varias heridas durante diferentes combates con los nativos. Los indios quiriquire y aliles -quienes eran los que ofrecían más resistencia a la población española- le fueron encomendados ya que correspondían a su jurisprudencia. También se desempeñó como Contador de la Real Hacienda por espacio de 10 años.
En 1579, junto a Gaspar Párraga, ambos alcaldes ordinarios de Nueva Zamora, fueron nombrados por el Cabildo para realizar una descripción y traza de la cuenca del lago de Maracaibo, según instrucciones directas del gobernador de Venezuela: Juan de Pimentel.
Mapa realizado por Argüelles y Párraga sobre la cuenca del lago de Maracaibo, 1579.
De esa actividad surge la Descripción de la laguna de Maracaibo, documento fundamental para el conocimiento de la cuenca y de la ciudad. Cuenca que dibujó y describió con detalles al señalar sus principales ríos afluentes, las islas existentes que posibilitarían ubicar elementos de defensa del lago y sus pueblos; así como también localizó en el mapa los poblados originarios, tanto palafíticos como de tierra. Su contribución al descubrimiento de nuevas rutas a través de los ríos de la cuenca del lago de Maracaibo resulta innegable.
Mas adelante, hacia 1591, se desempeñó como Teniente gobernador y Justicia Mayor en el recién fundado puerto de San Antonio de Gibraltar.
Y AQUÍ COMIENZA LA «OTRA» HISTORIA.
Muchas veces la historia real, supera cualquier relato de ficción.∗
Un 22 de julio de 1600, según relata Fray Pedro Simón, se alzaron los quiriquires, principalmente contra sus encomenderos. Más de 500 nativos en 104 canoas atacaron, saquearon y quemaron el recién fundado puerto de San Antonio de Gibraltar.
Los ataques más fuertes los realizaron a sus encomenderos: Rodrigo de Argüelles y su esposa, “por sentirse acosados en el servicio personal y pesquerías”, así como a su familia. Pedro Simón señala que, para la época, algunos consideraban fueran ellos el principal objetivo del ataque.
A su esposa la colgaron de la rama de un árbol y después de muerta “le tiraron tantas flechazos en su cuerpo desnudo que la dejaron como un erizo”, según palabras de P. Simón. También raptaron a sus tres hijas: una casada, otra soltera y a la más pequeña con apenas 8 o 10 años.
Argüelles logró escapar del ataque con sus hijos varones, aunque resultó con varias heridas graves. A pesar de esta terrible experiencia, al cabo de un tiempo volvió a Gibraltar para su reconstrucción.Pedro Simón continúa narrando como a las tres hijas cautivas le quitaron la ropa que llevaban, les “asignaron” maridos y las casaron con nativos pertenecientes a la tribu; incluso a la menor se le asignó el suyo, para cuando tuviera la edad adecuada. Las tres hijas de Argüelles tuvieron hijos de los “esposos” que le fueron asignados.
Algunas indígenas, ya liberadas de sus encomenderos, aprovecharon para vengarse de los malos tratos recibidos cuando estaban bajo el servicio de la familia; así castigaron de manera similar a las hijas del capitán .
Luego de varios años, se logró liberar a las tres. Cada rescate tienen también su historia.
En el primero, 6 años después del secuestro, participó uno de los hijos varones de Argüelles. Un grupo de pobladores y soldados -luego de haber recibido varios ataques por parte de los nativos- decidieronn atacarlos en sus propios poblados y rescatar a las mujeres.
La primera en salvar fue a la hija casada, que ahora tenía una niña producto de su «nuevo matrimonio» con el nativo. Esta niña fue adoptada por el primer esposo y educada según las costumbres españolas.
Unos años después, en 1608, el Teniente Juan Pacheco ordena un nuevo rescate y lograron liberar a otra de las hijas (la sotera), que también venía acompañada con dos niños mestizos quienes nacieron durante el cautiverio.
Para 1617, nueve años má tarde, el capitán de la ciudad de Mérida: Juan Pérez Cerrada, junto con soldados de esa ciudad, de la Laguna y Gibraltar, decidieron acabar con los continuos ataques de los quiriquires. “En cada puerto como iba pasando iba ahorcando a los indios más viejos y más culpables en los alzamientos y maldades cometidas”, narra Pedro Simón. A otros, que consideraron con penas menores, los desterraron a Cartagena y Santo Domingo, así como a la ciudad de Trujillo.
Uno de los ejecutados fue el marido nativo de la hija más pequeña de Argüelles, quien tenía ya 17 años conviviendo con los indígenas. Su nueva familia: esposo y tres hijos era todo lo que conocía. Por tanto, defendió y lloró a su marido, con la intención de salvarlo de la muerte.
Parece una novela, ¿verdad? Pues, no termina ahí.
Entre los soldados que rescataron a la hija menor de Argüelles, estaba uno de sus hermanos quien se encargó de regresarlos a Maracaibo con el resto de la familia. Según su propia confesión, quiso evitar que la hermana no tuviera que pasar por la vergüenza de tener hijos mestizos y, sin que nadie supiera, decidió matar a los tres niños, con lo cual agregó otro dolor más a su hermana.
El secuestro fue muy conocido en la época y en las leyendas que acompañaron la primera historia de Venezuela, recopiladas por el escritor Arístides Rojas, lo denominó “El rapto de las sabinas americanas”.
LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA.
Estos hechos que he querido compartir, pues su lectura me impresionó -imagino como a ustedes- demuestra la complicada vida en estos primeros años de repoblada Maracaibo, tanto para los nativos como para los nuevos pobladores españoles.
Nos asombra la tenacidad de Argüelles en cumplir su objetivo, su afán por descubrir nuevas rutas, repoblar ciudades, plasmar los acontecimeintos del momento tanto en su Descripción como en la cartografía. En esa travesía arriesgó dinero, familia y su propia vida.
De las causas y lugar de su muerte no he podido obtener información, parece haber sido después de 1601. Así como tampoco pude encontrar ninguna imagen del personaje.
De lo que sí existe referencia es que después de haber terminado como representante de Justicia Mayor en Gibraltar, regresó a Nueva Zamora como lugar de residencia. Si -según el relato de Fray Pedro Simón- las hijas volvieron también allí, podemos suponer que la familia residió por un largo tiempo en Nueva Zamora.
Otro dato, que aporta conocimientos sobre esta familia, lo encontré al buscar información sobre Argüelles en una página dedicada a genealogía. Allí aparece un Rodrigo de Argüelles, hijo de Juan de Argüelles, nacido en Maracaibo y con familia de Maracaibo, quien fallece en el año 1646.
Al profundizar sobre quien era Juan de Argüelles, se dice que nació en 1576 en Gibraltar, era hijo de Rodrigo de Argüelles y Juana de Ulloa; fue Alférez Mayor y teniente de Contador en Maracaibo (1606-1610) y tuvo seis hijos nacidos también en Maracaibo.
De los datos anteriores se puede inferir que varias generaciones del primer Rodrigo residieron en la ciudad.
A pesar del sometimiento y muerte de los primeros tiempos, las ciudades sobrevivieron. Se lograron de alguna manera -a veces a través de soluciones extremas- la convivencia necesaria entre sus distintos pobladores y la suficiente estabilidad que permitiera su desarrollo futuro.
Maracaibo y sus pobladores sufrieron de ataques prolongados, tanto por parte de los nativos como por piratas; sin embargo, logró convertirse en un puerto importante para el intercambio de mercancías entre la América hispana y la España peninsular.
Resulta evidente que no comprenderemos la historia de las ciudades si las desligamos de las experiencias de vida de sus pobladores. Esos detalles nos permiten trasladarnos al momento que ocurrieron los acontecimientos y empezar a verlos, en cierta manera, humanizados a través de la propia vivencia de sus protagonistas.
Esas experiencias de quienes imaginan la ciudad, las materializan y las habitan, al acumularse a lo largo del tiempo, les dan su significado. Ellas quedan plasmadas en cada plaza, en cada calle, en cada edificio. Por eso, cuando los espacios urbanos se destruyen o abandonan borramos también una parte de nosotros mismos, de nuestra propia memoria, de lo que nos identifica.
LAS REFERENCIAS
∗La información aquí narrada se extrae principalmente de Fray Pedro Simón en sus Noticias historiales de América y de Roberto Picón Parra en Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810).
-De Argüelles, Rodrigo y Párraga Gaspar, 1579. Descripción de la laguna de Maracaibo, en Oviedo y Baños, José, 1885. Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela. Luis Navarro editor, Madrid. Bajado pdf a través de Google Books.
-María, Nectario, 1959:377-378. en María, Nectario (1959). Los Orígenes de Maracaibo. Maracaibo: Universidad del Zulia.
-Roberto Picón Parra, 1988. Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida (1558-1810), 4 Tomos (Caracas, Distrito Federal, Venezuela: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. «Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela», 1988), Tomo 2, consultado en soloGenealogia.com
-Simón, Fray Pedro, 1992. Noticias historiales de Venezuela. Biblioteca Ayacucho, Caracas. Consultado en Google Books.
-Párraga, Jesús y Hernandez Guillermo, 2018. Diccionario general del Zulia, 2da edición. Sultana del Lago editores, Maracaibo. Consulta realizada en Google books.
Muchas gracias Elisa. Menuda historia la de esta familia Argüelles y su tiempo, lástima que yo no sea un buen escritor, para hacer una novela con estos datos tan interesantes, o un buen guionista o director de cine para hacer una película, que recorra los lugares que Argüelles y sus contemporáneos que recorrieron por la costa del Lago ( me encantó el mapa), y conocer algo más de los Quiriquires, al fin y al cabo ellos estaban tranquilos, disfrutando del Coquicacoa y de sus frutos, cuando se les ocurre a esos castellanos, extremeños, andaluces, vascos y catalanes, venir a molestar y a «cristianizar», con lo bien que estaban sin pecado original. Por suerte que Fray Pedro Simón, también nos dejó este testimonio de vida y de muerte.
No pares Elisa, hay mucho que contar, será verdad ese dicho » de esos polvos estos lodos»
Gracias Ignacio por tus comentarios alentadores. Sí, me encantaría al menos poder escribir una novela. Creo que la historia da para mucho. Abrazos